Dificultad al orinar? Impotencia? Eyaculacion precoz? Novedad en cirugía de rejuvenecimiento genital
jueves, 30 de diciembre de 2010
Prostatitis Aguda
Es un proceso infeccioso agudo de la glándula prostática, generalmente de inicio brusco, con Fiebre (temperatura de más de 37º), escalofríos, leucocitosis (más de 10.000 glóbulos blancos por mm3 en el análisis de sangre), decaimiento general acompañado usualmente de síntomas urinarios, dificultad para orinar y en algunos casos retención aguda de orina, esto es, imposibilidad de orinar.
El origen habitual de la prostatitis aguda es una uretritis aguda, o sea, un proceso infeccioso de la vía urinaria baja.
En este caso, un cultivo de orina, informará sobre el germen productor de la infección y cual será el antibiótico a utilizar. A veces también se encuentra una secreción uretral espontánea, en este caso, se deberá efectuar el cultivo de dicha secreción.
El Examen Dígito Rectal o Tacto Rectal debe efectuarse con sumo cuidado, ya que si bien es de utilidad para el diagnóstico puede resultar muy doloroso y molesto.
El tratamiento requerirá de la administración de los antibióticos adecuados. Cuando el caso lo requiera y la administración deba efectuarse por vía intravenosa, el paciente deberá ser
hospitalizado.
A veces, por la gravedad del caso, se comenzará con la administración de dos o tres antibióticos que cubran el espectro de los gérmenes que más comúnmente producen esta patología, hasta que se tenga el resultado de los estudios de cultivo y antibiograma, que tardan, en caso de urgencia alrededor de 48 hs.
Cuando este proceso llega a producir retención urinaria, es conveniente realizar una punción suprapúbica para drenar la orina de la vejiga, lo que implica colocar una sonda en la vejiga a través de la porción inferior del abdomen, en la línea media, a unos tres centímetros del pubis, para evitar la colocación de una sonda a través de la uretra, lo que podría desencadenar una bacteriemia (diseminación de gérmenes) y dificultará el tratamiento.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
Biopsia Prostatica
Una biopsia es un procedimiento en el que se obtienen muestras de un determinado tejido para ser evaluados a través de la utilización de un microscopio (Análisis histopatológico). Dicho análisis lo realiza un médico anatomo-patólogo, que será quien realizará el informe definitivo.
En el caso particular de la próstata, para la realización de este procedimiento se utiliza la ecografía prostática trans-rectal, que es un estudio ecográfico de la próstata a través del recto en el que se utiliza un transductor (equipo de ecografía) que permite la visualización completa de la misma, tomar sus dimensiones, medir su volumen y evaluar sus características. Además, este transductor posee una guía ecográfica que permite dirigir la aguja que realiza la toma de muestras de tejido. El número de muestras a realizar es muy variable y depende de cada caso en particular.
La biopsia prostática puede realizarse en forma ambulatoria con anestesia local y en casos específicos que lo requieran, se puede realizar con sedación anestésica. Es necesaria la realización de un estudio de coagulación y un urocultivo previo al estudio. Habitualmente se indican antibióticos profilácticos y una enema dos a tres horas antes de la realización de dicho estudio.
En general es un procedimiento que puede durar entre 20 y 30 minutos y es aconsejable un reposo posterior de 24 horas.
En el caso particular de la próstata, para la realización de este procedimiento se utiliza la ecografía prostática trans-rectal, que es un estudio ecográfico de la próstata a través del recto en el que se utiliza un transductor (equipo de ecografía) que permite la visualización completa de la misma, tomar sus dimensiones, medir su volumen y evaluar sus características. Además, este transductor posee una guía ecográfica que permite dirigir la aguja que realiza la toma de muestras de tejido. El número de muestras a realizar es muy variable y depende de cada caso en particular.
La biopsia prostática puede realizarse en forma ambulatoria con anestesia local y en casos específicos que lo requieran, se puede realizar con sedación anestésica. Es necesaria la realización de un estudio de coagulación y un urocultivo previo al estudio. Habitualmente se indican antibióticos profilácticos y una enema dos a tres horas antes de la realización de dicho estudio.
En general es un procedimiento que puede durar entre 20 y 30 minutos y es aconsejable un reposo posterior de 24 horas.
jueves, 16 de diciembre de 2010
VPH Virus del papiloma humano genital
¿Qué es la infección genital por el VPH?
El virus del papiloma humano genital (también conocido como VPH) es la infección de transmisión sexual (ITS) más frecuente. Existen más de 40 tipos de VPH que pueden infectar las zonas genitales de los hombres y las mujeres. Estos tipos de VPH también pueden infectar la boca y la garganta. La mayoría de las personas que resultan infectadas por el VPH ni siquiera lo saben.
El VPH no es igual al virus del herpes o del VIH (el virus que causa el sida). Todos estos virus se pueden transmitir durante el contacto sexual, pero causan síntomas y problemas de salud distintos.
¿Cuáles son los signos y síntomas de la infección por el VPH y qué problemas de salud puede ocasionar?
La mayoría de las personas infectadas por el VPH no presentan síntomas o problemas de salud. En el 90% de los casos, el sistema inmunitario del cuerpo elimina de manera natural la infección por el VPH en un periodo de dos años.
- Pero hay ocasiones en que ciertos tipos de VPH causan verrugas genitales en hombres y mujeres. En casos inusuales, estos tipos de virus también causan verrugas en la garganta, una afección llamada papilomatosis respiratoria recurrente o PRR.
- Otros tipos de VPH pueden causar cáncer de cuello uterino. Estos tipos de VPH también pueden ocasionar otros cánceres graves aunque menos frecuentes, como los cánceres de vulva, vagina, pene, ano y de cabeza y cuello (lengua, amígdalas y garganta).
Los tipos de VPH que pueden causar verrugas genitales no son los mismos que los que causan cáncer. No hay manera de saber si una persona con el VPH padecerá cáncer u otros problemas de salud.
Signos y síntomas de los problemas de salud relacionados con el VPH:
Las verrugas genitales por lo general aparecen en las zonas genitales como pequeños granitos individuales o en grupo. Pueden ser pequeñas o grandes, planas o elevadas o en forma de coliflor. Los proveedores de atención médica pueden diagnosticar las verrugas con solo mirar el área genital durante la consulta médica. Las verrugas pueden aparecer semanas o meses después del contacto sexual con una pareja infectada, aun cuando esta persona no tenga signos de verrugas genitales. Si no se tratan, las verrugas genitales pueden desaparecer, quedarse igual o aumentar en tamaño y en número. Las verrugas no se convertirán en cáncer.
El cáncer de cuello uterino por lo general no presenta síntomas sino hasta que está en una etapa avanzada. Por esta razón, es importante que las mujeres se realicen periódicamente pruebas de detección del cáncer de cuello uterino. Estas pruebas pueden identificar signos iniciales de la enfermedad para que sean tratados en forma temprana, antes de que deriven en cáncer.
Otros cánceres relacionados con el VPH pueden no presentar signos o síntomas sino hasta que estén avanzados y sean difíciles de tratar. Entre estos se incluyen los cánceres de vulva, vagina, pene, ano y cabeza y cuello. Para conocer los signos y síntomas de estos cánceres, visite www.cancer.gov/espanol .
La papilomatosis respiratoria recurrente o PRR causa el crecimiento de verrugas en la garganta. Algunas veces puede bloquear las vías respiratorias, causando ronquera o dificultad para respirar.
¿Cómo se contrae el VPH genital?
El VPH se transmite por contacto genital, más a menudo por las relaciones sexuales vaginales y anales. El VPH también se puede transmitir por las relaciones sexuales orales y el contacto entre partes genitales. El VPH se puede transmitir entre parejas heterosexuales y homosexuales, aun cuando la pareja infectada no tenga signos o síntomas.
Una persona puede tener VPH años después de haber tenido contacto sexual con una pareja infectada. La mayoría de las personas infectadas no saben que están infectadas o que están transmitiendo el virus a su pareja. También es posible contraer más de un tipo de VPH.
En muy pocos casos, una mujer embarazada que tiene el VPH genital puede transmitir el virus a su bebé durante el parto. Si esto ocurre, el bebé puede contraer papilomatosis respiratoria recurrente.
¿Cómo causa el VPH las verrugas genitales y el cáncer?
El VPH puede hacer que las células normales de la piel infectada se vuelvan anormales. La mayoría de las veces, estos cambios en las células no se pueden ver ni sentir. Casi siempre, el cuerpo combate en forma natural el VPH y las células infectadas vuelven a su normalidad.
Cuando el cuerpo no elimina el VPH, el virus puede causar cambios visibles en la forma de verrugas genitales o cáncer. Las verrugas pueden aparecer semanas o meses después de contraer el VPH. El cáncer suele demorar años en aparecer después de que se contrae el VPH.
¿Qué tan frecuentes son las enfermedades causadas por el VPH y las relacionadas con esta infección?
VPH (el virus). En la actualidad, alrededor de 20 millones de estadounidenses están infectados con el VPH. Otros seis millones de personas contraen anualmente la infección por primera vez. El VPH es tan común, que al menos el 50% de los hombres y mujeres sexualmente activos lo contraen en algún momento de su vida.
Verrugas genitales. En los Estados Unidos, cerca del 1% de los adultos sexualmente activos tienen verrugas genitales en algún momento.
Cáncer de cuello uterino. Todos los años, alrededor de 12,000 mujeres en los Estados Unidos contraen cáncer de cuello uterino.
Otros cánceres que puede causar el VPH son menos frecuentes que el cáncer de cuello uterino. Cada año en los Estados Unidos:
- 3,700 mujeres contraen cáncer de vulva
- 1,000 mujeres contraen cáncer de vagina
- 1,000 hombres contraen cáncer de pene
- 2,700 mujeres y 1,700 hombres contraen cáncer anal
- 2,300 mujeres y 9,000 hombres contraen cánceres de cabeza y cuello. [Nota: a pesar de que el VPH está asociado a algunos cánceres de cabeza y cuello, la mayoría de estos cánceres tienen una relación con el tabaquismo y el alcoholismo.]
Ciertos grupos enfrentan un riesgo más alto de padecer algunos problemas de salud relacionados con el VPH. En estos grupos se incluyen los hombres homosexuales y bisexuales y las personas con sistemas inmunitarios débiles (incluidas las que tienen VIH/sida).
La PRR o papilomatosis respiratoria recurrente es muy inusual. Se calcula que anualmente menos de 2,000 niños contraen la papilomatosis respiratoria recurrente.
¿Cómo puede prevenir la infección por el VPH?
Hay muchas formas en que una persona puede reducir la probabilidad de contraer el VPH:
- Las vacunas pueden proteger a hombres y mujeres contra casi todos los tipos comunes de VPH. Estas vacunas se administran en tres inyecciones. Es importante recibir las tres dosis para contar con la mejor protección. Las vacunas son más eficaces si se administran antes de que la persona vaya a tener su primer contacto sexual, cuando podría estar expuesta al VPH.
- Niñas y mujeres: Existen dos vacunas (Cervarix y Gardasil) para proteger a las mujeres contra los tipos de VPH que causan la mayoría de los cánceres de cuello uterino. Una de estas vacunas (Gardasil) también protege contra la mayoría de las verrugas genitales. Ambas vacunas están recomendadas para niñas de 11 a 12 años de edad y para niñas y mujeres de 13 a 26 años que no hayan recibido ninguna dosis o que no hayan completado la serie cuando eran más pequeñas. Estas vacunas también se pueden comenzar a poner en niñas a partir de los nueve años de edad. Se recomienda que, en lo posible, las tres dosis de la vacuna que se pongan en una niña o una mujer sean de la misma marca.
- Niños y hombres: Una de estas vacunas (Gardasil) protege a los varones contra la mayoría de las verrugas genitales. Esta vacuna está disponible para varones de 9 a 26 años de edad.
- Las personas que decidan llevar una vida sexual activa pueden reducir su riesgo de contraer el VPH mediante el uso de condones. Para que sean más eficaces, los condones se deben usar en todas las relaciones sexuales, desde el inicio hasta el final. Los condones también pueden disminuir el riesgo de contraer otras enfermedades relacionadas con el VPH, como las verrugas genitales y el cáncer de cuello uterino. Pero el VPH puede infectar las áreas que no queden cubiertas por el condón, por lo que los condones no protegen completamente contra el VPH.
- Una persona puede reducir las probabilidades de contraer el VPH si permanece fiel en su relación de pareja, limita el número de parejas sexuales y escoge una pareja que ha tenido muy pocas o ninguna pareja sexual. Sin embargo, hasta las personas que en toda su vida han tenido una sola pareja sexual pueden contraer el VPH. Y puede que no sea posible determinar si una pareja que ha sido sexualmente activa en el pasado está infectada en la actualidad. Por esta razón, la única forma segura de prevenir el VPH es abstenerse de toda actividad sexual.
¿Cómo pueden prevenirse las enfermedades relacionadas con el VPH?
Existen maneras de prevenir los posibles efectos del VPH en la salud, incluso los dos problemas más frecuentes: verrugas genitales y cáncer de cuello uterino.
- Prevención de verrugas genitales: Existe una vacuna (Gardasil) que protege a hombres y mujeres contra la mayoría de las verrugas genitales (ver sección anterior).
- Prevención del cáncer de cuello uterino: Existen dos vacunas (Cervarix y Gardasil) que pueden proteger a las mujeres contra la mayoría de los cánceres de cuello uterino (ver sección anterior). El cáncer de cuello uterino también se puede prevenir mediante la realización de pruebas de detección periódicas y el seguimiento de los resultados anormales. La prueba de Papanicolau permite identificar células anormales en el cuello uterino que deberán extirparse antes de que se conviertan en cáncer. La prueba del ADN del VPH, que puede detectar VPH en el cuello uterino de la mujer, se puede usar en algunos casos en combinación con la prueba de Papanicolaou. Incluso las mujeres que recibieron la vacuna cuando eran más jóvenes necesitarán hacerse pruebas periódicas de detección del cáncer de cuello uterino, ya que la vacuna no protege contra todos los tipos de este cáncer.
- Prevención de los cánceres de pene y de ano: No existe una prueba de detección aprobada para identificar las etapas iniciales de los cánceres de pene o de ano. Algunos especialistas recomiendan pruebas anuales de Papanicolau para detectar cáncer de ano en hombres homosexuales y bisexuales y en personas que tienen el VIH. Esto se debe a que el cáncer anal es más común en esos grupos. Estas pruebas no se recomiendan como exámenes rutinarios para la detección del cáncer anal porque se necesita más información para saber si son eficaces.
- Prevención de los cánceres de cabeza y cuello: No existe una prueba aprobada para identificar los signos tempranos de los cánceres de cabeza y cuello, pero hay pruebas que pueden realizar los médicos especialistas en personas con posibles síntomas de estos cánceres. [Véase www.cancer.org/Espanol/
- Prevención de la PRR: No se recomiendan las cesáreas en las mujeres que tienen verrugas genitales como medida para prevenir la transmisión de PRR o papilomatosis respiratoria recurrente a sus bebés. Esto se debe a que no se sabe muy bien si el parto por cesárea previene la PRR en bebés y niños.
¿Existe una prueba de detección del VPH?
Las pruebas para detectar el VPH que existen en el mercado solo se utilizan para detectar cáncer de cuello uterino. No existe una prueba general para hombres o mujeres que determine si una persona tiene el VPH, como tampoco existe una prueba para detectar el VPH en los genitales o en la boca o la garganta. Pero el VPH por lo general desaparece por sí solo, sin causar problemas de salud. De tal manera que si hoy se detecta una infección por el VPH, lo más probable es que dentro de uno o dos años haya desaparecido.
¿Existen tratamientos contra el VPH o las enfermedades relacionadas con este virus?
No existe un tratamiento para atacar el virus, pero hay tratamientos para las enfermedades que el VPH puede causar:
Un paciente puede eliminar las verrugas genitales visibles con el uso de medicamentos. También las puede tratar un proveedor de atención médica. Algunas personas prefieren no tratarse las verrugas, para ver si desaparecen por sí solas. Ningún tratamiento es mejor que otro.
El cáncer de cuello uterino se puede tratar más fácilmente si se diagnostica en su etapa inicial. Sin embargo, una mujer que se hace en forma periódica la prueba de Papanicolaou y hace el seguimiento adecuado puede identificar problemas antes de que aparezca el cáncer. La prevención es preferible al tratamiento. [Véase www.cancer.org/Espanol/ ]
Otros tipos de cánceres relacionados con el VPH también se pueden tratar más fácilmente si se diagnostican y tratan en etapas iniciales. [Véase www.cancer.org/Espanol/ ]
La PRR se puede tratar mediante cirugía o medicamentos. En ocasiones puede requerir de muchos tratamientos o cirugías a lo largo de un periodo de años.
Cistoscopia
La cistoscopia también denominada uretrocistoscopía, es un estudio frecuentemente utilizado en la práctica urológica. Para la realización de la misma se utiliza un aparato llamado cistoscopio, rígido o flexible, que se introduce a través de la uretra hasta la vejiga. De esta manera se puede realizar una visualización directa de estas estructuras. Es un estudio que puede realizarse con anestesia local y de manera ambulatoria o bien bajo anestesia general según el caso.
Con la cistoscopia se obtiene una imagen de toda la extensión de la uretra, la próstata en los hombres, y la vejiga, lo que nos podrá ayudar a identificar diferentes patologías relacionadas con la vía urinaria inferior. Para la realización de la cistoscopia, se coloca al paciente en una camilla especial donde permanecerá acostado sobre la espalda y con las rodillas flexionadas y separadas. Luego de aplicar un anestésico local, se introduce lentamente el cistoscopio para ir observando todas las estructuras anteriormente mencionadas. Se utiliza suero fisiológico para realizar el llenado de la vejiga a través del cistoscopio y con esta distendida o llena poder realizar su evaluación.
Con la cistoscopia se obtiene una imagen de toda la extensión de la uretra, la próstata en los hombres, y la vejiga, lo que nos podrá ayudar a identificar diferentes patologías relacionadas con la vía urinaria inferior. Para la realización de la cistoscopia, se coloca al paciente en una camilla especial donde permanecerá acostado sobre la espalda y con las rodillas flexionadas y separadas. Luego de aplicar un anestésico local, se introduce lentamente el cistoscopio para ir observando todas las estructuras anteriormente mencionadas. Se utiliza suero fisiológico para realizar el llenado de la vejiga a través del cistoscopio y con esta distendida o llena poder realizar su evaluación.
Durante la realización del procedimiento se pueden sentir algunas molestias durante el pasaje del cistoscopio por la uretra. Además el paciente tendrá sensación similar al deseo de orinar en ocasiones intenso e incómodo cuando el líquido haya llenado la vejiga.
Son diversos los motivos que puedan llevar a la realización de una cistoscopia. Entre estos, se incluyen la evaluación de enfermedades de la uretra, la próstata y la vejiga, evaluación de la hematuria (sangre en la orina) y la investigación de causas de ardor al orinar o infecciones urinarias reiteradas entre otros ejemplos.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Hiperplasia Prostatica
La Hiperplasia Prostática Benigna (HPB), también denominada adenoma de próstata es un tumor benigno de la glándula prostática que habitualmente comienza a desarrollarse a partir de la cuarta década de la vida, aumentando su incidencia con el aumento de la edad del hombre. Más del 20% de los sujetos mayores de 50 años necesitan tratamiento por presentar trastornos de la micción.
El adenoma de la próstata es un agrandamiento de la glándula que se origina en la denominada zona de transición de la próstata, zona que rodea la uretra a nivel de la próstata, por debajo del cuello vesical, situación que origina diversos trastornos miccionales. La edad y la presencia de hormonas masculinas son factores esenciales para la aparición de esta patología.
El adenoma de la próstata está compuesto por fibras musculares que se contraen por estímulos nerviosos, situación que genera un aumento de los trastornos miccionales.
En las primeras etapas de la patología, la obstrucción está compensada por el aumento de la presión de la vejiga, debido al desarrollo de la musculatura de su pared. En una segunda etapa, la vejiga es vencida por la obstrucción, se dilata y comienza a quedar orina residual en la vejiga luego de orinar (residuo postmiccional) pudiendo llegar en casos extremos a 1.000, 1.500 cm3. Esta dilatación de la vejiga con acumulación de orina en su interior trae aparejado procesos infecciosos, formación de cálculos, formación de divertículos vesicales, dilatación del árbol urinario superior (uréteres y riñones), llegándose en casos extremos a una insuficiencia renal crónica secundaria a la obstrucción que requiere tratamiento de diálisis.
Síntomas
La síntomas típicos de esta enfermedad son el retardo en la iniciación de la micción, chorro de orina fino, falta de fuerza, goteo de orina luego de la micción, y también de síntomas como aumento del número de micciones diurnas pero principalmente nocturnas, urgencia miccional, etc. Muchas veces se produce una retención aguda de orina (RAO) que es al imposibilidad de orinar acompañada de intenso dolor en el hipogastrio (bajo vientre). Esta urgencia puede darse
como primera manifestación de la HPB o cuando el paciente ya está recibiendo algún tratamiento.
Para solucionar la retención aguda de orina se debe colocar una sonda vesical a través de la uretra para evacuar la orina acumulada en la vejiga. La retención aguda de orina puede estar originada por viaje prolongado, sin haber orinado periódicamente, por la ingesta de irritantes prostáticos (picantes, café, mate, etc.) y también por la ingesta de algún tipo de medicamentos o de alcohol.
La obstrucción urinaria producida por la HPB depende tanto del tamaño como de la forma que adquiere el adenoma.
Diagnóstico
- El Examen Dígito Rectal (EDR) o tacto rectal que nos informa sobre el tamaño, forma, consistencia, sensibilidad y fijeza de la glándula.
- La ecografía vésico-prostática realizada por vía abdominal nos informa sobre el tamaño y la forma que adquirió la glándula en su crecimiento patológico, pero además si existe residuo de orina luego de orinar (residuo postmiccional). También nos indicará la existencia de cálculos vesicales, divertículos vesicales y si además realizamos una ecografía renal conoceremos el estado de los riñones. De ser necesario un análisis mas exhaustivo de la estructura de la glándula prostática se efectuará una ecografía prostática por vía transrectal.
- La determinación del Antígeno Prostático Específico (APE), más conocido por su sigla en inglés (PSA). Si el PSA está aumentado tendremos que descartar la existencia de un cáncer de próstata asociado.
- La flujometría, es un estudio en el cual se mide el flujo de orina. El paciente debe orinar y a través de un programa se realizará una curva de flujo en función del volumen de orina emitido y el tiempo miccional. La flujometría es un indicador indirecto del grado de obstrucción generado por el adenoma.
En algunos casos pueden realizarse otros estudios alternativos como la cistoscopia, la uretrocistografía o un estudio urodinámico.
TratamientoEl tratamiento de esta patología puede ser medicamentoso o quirúrgico.
En el tratamiento medicamentoso se utilizan una serie de sustancias de origen vegetal que actuarían como descongestivos de la glándula prostática (pygeum africanum, serenoa repens, etc.). Muchos pacientes mejoran su sintomatología fundamentalmente las de origen irritativo. Otro tipo de medicamentos, los de última generación, son los alfabloqueantes que actuarían disminuyendo la contracción, el tono muscular y la presión de la uretra a nivel de la próstata, mejorando el chorro miccional y a veces disminuyendo la cantidad de micciones y el residuo de orina vesical posterior a la micción. Existe otra alternativa de tratamiento, el tratamiento hormonal (Finasteride) que bloquea la producción de una hormona a nivel de la próstata que es responsable del crecimiento del adenoma y en algunos casos mejora el síndrome obstructivo. Es bien tolerado por los pacientes, aunque en un 5% produce impotencia sexual.
Debe aclararse que todos los tratamientos medicamentosos son paliativos. El tratamiento definitivo sigue siendo el quirúrgico.
El tratamiento quirúrgico del adenoma de próstata consiste en la extirpación solamente del adenoma contenido dentro de la próstata y no de toda la glándula.
Dos son las vías de abordaje para la extirpación del adenoma de próstata. Por un lado la Resección Trans Uretral (RTU), que se realiza a través de la uretra y la otra, la cirugía a cielo abierto, esto es, mediante una incisión por debajo del ombligo.
Ambos tipos de intervenciones quirúrgicas tienen por objeto extirpar todo el adenoma o crecimiento anormal de la próstata; lo que soluciona la patología en forma definitiva.
La RTU del adenoma tiene como ventajas el hecho de que el acceso a la patología se realiza a través de un conducto natural, circunstancia que reduce los tiempos postoperatorios, tanto los correspondientes a internación, como los de recuperación y alta definitiva. Debe tenerse presente que este tipo de intervención tiene como límite de tiempo una hora de cirugía, por lo que es el de elección para los adenomas pequeños.
Para los adenomas más grandes, se recomienda la cirugía a través de una incisión abdominal, lo que cambia el postoperatorio, ya que la internación tiene una duración mayor y la recuperación total es más lenta.
Para los pacientes que presentan un adenoma de tamaño intermedio, el tratamiento puede ser abordado por ambas vías dependiendo de la experiencia, preferencia e instrumental con que cuente el médico urólogo.
Asimismo en la elección de la vía de abordaje, debe tenerse en cuenta la presencia de patologías asociadas como divertículos vesicales, cálculos vesicales, etc.
Luego de cualquiera de estos tipos de cirugías, el paciente sale con una sonda vesical que sirve tanto para la eliminación de la orina que llega a la vejiga como para efectuar un lavado continuo de la vejiga para librarla de la sangre que pueda acumularse en ella como consecuencia de la intervención. Normalmente cuando el paciente es dado de alta esta sonda es retirada y las micciones se producen en forma espontánea.
En la actualidad se han desarrollado diferentes alternativas mínimamente invasivas para el tratamiento del adenoma de próstata. Las opciones más alentadoras incluyen las diferentes variantes de utilización de energía láser, entre las que se incluyen la fotovaporización con láser verde (Láser KTP) y la enucleación prostática con láser de holmium (HoLEP). Estas opciones tienen como principal objetivo la disminución de gran parte de las complicaciones asociadas a los métodos tradicionales (sangrado, dolor, recuperación, etc.).
Existen otros tipos de intervenciones como la Termoterapia , Prótesis Intraprostáticas o Incisiones del Cuello Vesical que son solamente paliativas o utilizados en casos seleccionados.
La pregunta habitual de los pacientes es cuál es la consecuencia sexual de la operación de próstata, pues está difundido que el hombre operado de Hiperplasia de Próstata Benigna queda con disfunción sexual. Esto no es así pues esta intervención no tiene efecto sobre la erección ni el orgasmo, lo que sí sucede es que el paciente queda con eyaculación retrógrada, (el líquido seminal en vez de salir al exterior, va hacia la vejiga), producido porque junto con el adenoma de próstata se extirpa un esfínter que se cierra en el momento del orgasmo para que el líquido seminal sea expulsado al exterior. La consecuencia de la intervención quirúrgica es entonces que el paciente queda con un trastorno de fertilidad y no impotente. El líquido seminal que se acumuló en la vejiga es expulsado al exterior durante una micción normal.
Por otro lado vale aclarar que el hecho de haber recibido un tratamiento quirúrgico por un adenoma de próstata no elude la posibilidad de aparición de un cáncer de la próstata. El fundamento de esto radica en que los tratamientos quirúrgicos extirpan solamente el adenoma y no toda la glándula. Por lo tanto, en los pacientes operados por HPB, el remanente de glándula prostática normal debe someterse a control periódico como la glándula de cualquier hombre mayor de 50 años que no haya sido operado.
La pregunta habitual de los pacientes es cuál es la consecuencia sexual de la operación de próstata, pues está difundido que el hombre operado de Hiperplasia de Próstata Benigna queda con disfunción sexual. Esto no es así pues esta intervención no tiene efecto sobre la erección ni el orgasmo, lo que sí sucede es que el paciente queda con eyaculación retrógrada, (el líquido seminal en vez de salir al exterior, va hacia la vejiga), producido porque junto con el adenoma de próstata se extirpa un esfínter que se cierra en el momento del orgasmo para que el líquido seminal sea expulsado al exterior. La consecuencia de la intervención quirúrgica es entonces que el paciente queda con un trastorno de fertilidad y no impotente. El líquido seminal que se acumuló en la vejiga es expulsado al exterior durante una micción normal.
Por otro lado vale aclarar que el hecho de haber recibido un tratamiento quirúrgico por un adenoma de próstata no elude la posibilidad de aparición de un cáncer de la próstata. El fundamento de esto radica en que los tratamientos quirúrgicos extirpan solamente el adenoma y no toda la glándula. Por lo tanto, en los pacientes operados por HPB, el remanente de glándula prostática normal debe someterse a control periódico como la glándula de cualquier hombre mayor de 50 años que no haya sido operado.
Disfuncion Erectil
Se define como disfunción eréctil (DE) a la incapacidad parcial o total del hombre para alcanzar y/o mantener una erección con una rigidez suficiente que permita una relación sexual satisfactoria.
Si bien la magnitud del problema no está claramente definida, todos los estudios publicados coinciden en señalar que la DE o impotencia sexual masculina es una enfermedad dependiente de la edad, poco común en los hombres menores de 40 años y muy frecuente a partir de los 60 ó 70 años.
Entre los factores de riesgo o predisponentes para el desarrollo de la disfunción sexual eréctil se encuentran, como hemos mencionado, la edad (mas de 60 años), el tabaquismo, la diabetes, las enfermedades cardíacas, la hipertensión arterial, la depresión, el desempleo, etc. entre otros factores.
Causas de la DE
Se presenta habitualmente asociada a dos factores: los orgánicos (enfermedades en diferentes órganos) y los psicológicos, aunque la presencia de uno no excluye la participación del otro.
Hasta hace tres o cuatro décadas, las estadísticas informaban sobre el predominio de los factores psicológicos en el 80% ó 90% de los casos de DE. En la actualidad, la mayoría de los estudios señalan la responsabilidad de las causas orgánicas, particularmente las enfermedades vasculares como factores predominantes en la DE entre los varones de edad más avanzada.
En muchos pacientes con DE de causa psicológica es muy común el antecedente de fracasos sexuales aislados (característica normal del comportamiento sexual masculino) luego del cual se sienten frustrados y avergonzados registrando así dichos episodios en su memoria. Posteriormente, durante los encuentros futuros, esta imagen de sí mismo fracasando les produce la pérdida de concentración y predispone a nuevos y reiterados fracasos.
Si bien la magnitud del problema no está claramente definida, todos los estudios publicados coinciden en señalar que la DE o impotencia sexual masculina es una enfermedad dependiente de la edad, poco común en los hombres menores de 40 años y muy frecuente a partir de los 60 ó 70 años.
Entre los factores de riesgo o predisponentes para el desarrollo de la disfunción sexual eréctil se encuentran, como hemos mencionado, la edad (mas de 60 años), el tabaquismo, la diabetes, las enfermedades cardíacas, la hipertensión arterial, la depresión, el desempleo, etc. entre otros factores.
Causas de la DE
Se presenta habitualmente asociada a dos factores: los orgánicos (enfermedades en diferentes órganos) y los psicológicos, aunque la presencia de uno no excluye la participación del otro.
Hasta hace tres o cuatro décadas, las estadísticas informaban sobre el predominio de los factores psicológicos en el 80% ó 90% de los casos de DE. En la actualidad, la mayoría de los estudios señalan la responsabilidad de las causas orgánicas, particularmente las enfermedades vasculares como factores predominantes en la DE entre los varones de edad más avanzada.
En muchos pacientes con DE de causa psicológica es muy común el antecedente de fracasos sexuales aislados (característica normal del comportamiento sexual masculino) luego del cual se sienten frustrados y avergonzados registrando así dichos episodios en su memoria. Posteriormente, durante los encuentros futuros, esta imagen de sí mismo fracasando les produce la pérdida de concentración y predispone a nuevos y reiterados fracasos.
Diagnóstico de la DE
El diagnóstico de la disfunción comienza con la primera entrevista médica. Habitualmente la sola mención del problema por parte del paciente lleva al diagnóstico y a la determinación de la causa. Una historia sexual adecuada ayuda a descartar algunas condiciones que pueden acompañar a la disfunción eréctil, tales como la disminución de la libido (falta de deseo sexual) y los problemas del orgasmo, incluyendo el retardo en la eyaculación o la eyaculación precoz.
Los fracasos reiterados con ausencia completa de erecciones muchas veces pueden orientar a la presencia de un problema orgánico mientras que los episodios variables o circunstanciales orientan hacia posibles causas psicológicas. El inicio brusco de la DE en ausencia de otras enfermedades orgánicas conocidas, sugiere la participación de factores psicológicos, mientras que el comienzo paulatino es más propio de las causas orgánicas.
Las erecciones peneanas nocturnas son una condición normal y constante del hombre, desde su nacimiento hasta avanzada la tercera edad. Con frecuencia, durante las interrupciones del sueño nocturno o al despertar por las mañanas, los varones se encuentran con una erección involuntaria debido a la coincidencia temporal de ambas circunstancias (despertar justo durante un episodio de erección normal o fisiológica). Cuando las erecciones nocturnas o matinales se presentan con frecuencia y son normales simbolizan el buen funcionamiento de los componentes orgánicos que participan de esta función.
El examen físico de los pacientes con disfunción eréctil incluye la evaluación de su estado general y el examen de los genitales externos donde se investiga la existencia de posibles alteraciones del pene.
La solicitud de análisis de laboratorio dependerá de cada caso en particular y está orientada por las características de la enfermedad actual, los antecedentes personales y el examen físico. Debido a la participación de ciertas enfermedades responsables de la DE, se puede solicitar un control hematológico y bioquímico básico donde se puedan excluir las diferentes enfermedades potencialmente responsables de la misma.
La realización de pruebas de diagnóstico más específicas estará determinada por las características particulares de cada paciente y sobre todo por la selección de las opciones de tratamiento. Existen varios procedimientos de diagnóstico como evaluar las erecciones durante el sueño (monitoreo de las tumescencias penianas nocturnas - Rigiscan) o estudiar el flujo sanguíneo del pene (examen circulatorio con doppler, caverno-sometría, caverno-sografía, arteriografía pudenda, etc.).
Debido a la diversidad existente, la elección del estudio a realizar dependerá de la patología, del paciente y de la disponibilidad tecnológica del médico.
En la actualidad, el éxito terapéutico producido por drogas de administración vía oral ha provocado grandes cambios en la evaluación de los pacientes con DE. La mayoría de los médicos realizan pruebas de tratamiento (indicar el tratamiento sin mayores investigaciones o pruebas diagnósticas) con estas drogas y luego categorizan a sus pacientes en dos grupos:
El diagnóstico de la disfunción comienza con la primera entrevista médica. Habitualmente la sola mención del problema por parte del paciente lleva al diagnóstico y a la determinación de la causa. Una historia sexual adecuada ayuda a descartar algunas condiciones que pueden acompañar a la disfunción eréctil, tales como la disminución de la libido (falta de deseo sexual) y los problemas del orgasmo, incluyendo el retardo en la eyaculación o la eyaculación precoz.
Los fracasos reiterados con ausencia completa de erecciones muchas veces pueden orientar a la presencia de un problema orgánico mientras que los episodios variables o circunstanciales orientan hacia posibles causas psicológicas. El inicio brusco de la DE en ausencia de otras enfermedades orgánicas conocidas, sugiere la participación de factores psicológicos, mientras que el comienzo paulatino es más propio de las causas orgánicas.
Las erecciones peneanas nocturnas son una condición normal y constante del hombre, desde su nacimiento hasta avanzada la tercera edad. Con frecuencia, durante las interrupciones del sueño nocturno o al despertar por las mañanas, los varones se encuentran con una erección involuntaria debido a la coincidencia temporal de ambas circunstancias (despertar justo durante un episodio de erección normal o fisiológica). Cuando las erecciones nocturnas o matinales se presentan con frecuencia y son normales simbolizan el buen funcionamiento de los componentes orgánicos que participan de esta función.
El examen físico de los pacientes con disfunción eréctil incluye la evaluación de su estado general y el examen de los genitales externos donde se investiga la existencia de posibles alteraciones del pene.
La solicitud de análisis de laboratorio dependerá de cada caso en particular y está orientada por las características de la enfermedad actual, los antecedentes personales y el examen físico. Debido a la participación de ciertas enfermedades responsables de la DE, se puede solicitar un control hematológico y bioquímico básico donde se puedan excluir las diferentes enfermedades potencialmente responsables de la misma.
La realización de pruebas de diagnóstico más específicas estará determinada por las características particulares de cada paciente y sobre todo por la selección de las opciones de tratamiento. Existen varios procedimientos de diagnóstico como evaluar las erecciones durante el sueño (monitoreo de las tumescencias penianas nocturnas - Rigiscan) o estudiar el flujo sanguíneo del pene (examen circulatorio con doppler, caverno-sometría, caverno-sografía, arteriografía pudenda, etc.).
Debido a la diversidad existente, la elección del estudio a realizar dependerá de la patología, del paciente y de la disponibilidad tecnológica del médico.
En la actualidad, el éxito terapéutico producido por drogas de administración vía oral ha provocado grandes cambios en la evaluación de los pacientes con DE. La mayoría de los médicos realizan pruebas de tratamiento (indicar el tratamiento sin mayores investigaciones o pruebas diagnósticas) con estas drogas y luego categorizan a sus pacientes en dos grupos:
En muchos casos en los pacientes que han respondido satisfactoriamente al tratamiento oral se puede no realizar investigación de los factores causales (por la complejidad de algunos estudios y el costo económico) ya que generalmente no modifica la conducta terapéutica posterior.
Tratamiento de la DE
En los últimos años gracias a la aparición de las drogas para administración por vía oral ha cambiado drástica y satisfactoriamente el tratamiento de la DE en un gran número de pacientes. El principal objetivo del tratamiento de DE es que el paciente esté informado y se sienta lo mas satisfecho y conforme posible con la alternativa utilizada.
Existen diferentes alternativas de tratamiento y en aquellos casos en los cuales exista una estricta asociación con el origen de la DE se tratará además la causa desencadenante del problema.
Entre los tratamientos de primera línea se encuentran las drogas para administración por vía oral (Sildenafil, Tadalafil, Vardenafil). Este tipo de tratamiento puede ser aplicado en aquellos casos donde la DE tiene un origen psicológico que no puede resolverse y fundamentalmente en aquellos casos asociados a causas orgánicas. La popularidad de estos tratamientos ha acarreado en muchos casos una utilización inadecuada de los mismos y muchos pacientes que se consideran no respondedores, por haberlos utilizado en forma inadecuada, pueden responder satisfactoriamente tras la correcta prescripción de los mismos por parte del médico urólogo. Son drogas muy seguras siempre que se tengan en cuenta algunas consideraciones especiales respecto a su utilización, en especial, en los que respeta a su combinación con fármacos que contengan nitroglicerina entre otras precauciones.
En aquellos pacientes que hayan realizado un tratamiento adecuado con algunas de estas drogas y no han encontrado una respuesta favorable, puede indicarse el tratamiento de inyección de drogas vaso-activas o tratamiento intra-cavernoso (inyección a nivel del pene). Para esto el médico urólogo explicara, informará e indicará al paciente la forma y dosis de administración de las mismas. Habitualmente se indica una combinación de drogas que deben ser aplicadas con una dosis específica para cada paciente luego de un entrenamiento o aprendizaje que el paciente debe hacer junto con su urólogo. Para este tipo de tratamiento se requiere de una destreza manual adecuada o de la colaboración de la pareja sexual del paciente para una correcta inyección de las drogas.
En otros casos puede estar indicada la utilización de bombas de vacío, que consisten básicamente en un cilindro en el cual se introduce el pene y por medio de la generación de una presión negativa a nivel del mismo se logra el llenado de los tejidos peneanos con sangre y la consecuente erección.
Ante el fracaso o la imposibilidad de aplicación de los tratamiento anteriores puede estar indicado el implante quirúrgico de prótesis peneanas. Existen diferentes tipos de prótesis y la principal diferencia entre las mismas se encuentra en el modo de funcionamiento y en la comodidad para su utilización.
En los últimos años gracias a la aparición de las drogas para administración por vía oral ha cambiado drástica y satisfactoriamente el tratamiento de la DE en un gran número de pacientes. El principal objetivo del tratamiento de DE es que el paciente esté informado y se sienta lo mas satisfecho y conforme posible con la alternativa utilizada.
Existen diferentes alternativas de tratamiento y en aquellos casos en los cuales exista una estricta asociación con el origen de la DE se tratará además la causa desencadenante del problema.
Entre los tratamientos de primera línea se encuentran las drogas para administración por vía oral (Sildenafil, Tadalafil, Vardenafil). Este tipo de tratamiento puede ser aplicado en aquellos casos donde la DE tiene un origen psicológico que no puede resolverse y fundamentalmente en aquellos casos asociados a causas orgánicas. La popularidad de estos tratamientos ha acarreado en muchos casos una utilización inadecuada de los mismos y muchos pacientes que se consideran no respondedores, por haberlos utilizado en forma inadecuada, pueden responder satisfactoriamente tras la correcta prescripción de los mismos por parte del médico urólogo. Son drogas muy seguras siempre que se tengan en cuenta algunas consideraciones especiales respecto a su utilización, en especial, en los que respeta a su combinación con fármacos que contengan nitroglicerina entre otras precauciones.
En aquellos pacientes que hayan realizado un tratamiento adecuado con algunas de estas drogas y no han encontrado una respuesta favorable, puede indicarse el tratamiento de inyección de drogas vaso-activas o tratamiento intra-cavernoso (inyección a nivel del pene). Para esto el médico urólogo explicara, informará e indicará al paciente la forma y dosis de administración de las mismas. Habitualmente se indica una combinación de drogas que deben ser aplicadas con una dosis específica para cada paciente luego de un entrenamiento o aprendizaje que el paciente debe hacer junto con su urólogo. Para este tipo de tratamiento se requiere de una destreza manual adecuada o de la colaboración de la pareja sexual del paciente para una correcta inyección de las drogas.
En otros casos puede estar indicada la utilización de bombas de vacío, que consisten básicamente en un cilindro en el cual se introduce el pene y por medio de la generación de una presión negativa a nivel del mismo se logra el llenado de los tejidos peneanos con sangre y la consecuente erección.
Ante el fracaso o la imposibilidad de aplicación de los tratamiento anteriores puede estar indicado el implante quirúrgico de prótesis peneanas. Existen diferentes tipos de prótesis y la principal diferencia entre las mismas se encuentra en el modo de funcionamiento y en la comodidad para su utilización.
martes, 14 de diciembre de 2010
Orquitis
La orquitis es un proceso inflamatorio del testículo causado habitualmente por virus o bacterias, pudiendo afectar uno o ambos testículos. En la mayoría de los casos la orquitis se asocia a la presencia de un proceso infeccioso o inflamatorio que se origina a nivel del epidídimo (el epidídimo, es un conducto que forma parte de la vía espermática y se ubica junto a testículo). En estos casos, la mayoría, el compromiso del testículo se genera luego de la afección del epidídimo
La orquitis pura (sólo afección del testículo), es menos frecuente y se observa en algunos casos asociada al desarrollo de distintas enfermedades virales, en general luego de la pubertad. La más común de estas enfermedades virales es la parotiditis o paperas (fiebre urliana). En los cuadros asociados a parotiditis, alrededor del 15% al 20% de los casos, la afección del testículo se produce días después de la inflamación de las parótidas, cuando éste proceso está cediendo.
La orquitis se caracteriza por presentarse con fiebre asociada a dolor de intensidad variable a nivel del testículo, pudiendo extenderse a la región de la ingle y presentando aumento del tamaño de la glándula, pudiendo en algunos casos afectar a ambos testículos.
El examen físico habitualmente permite realizar el diagnóstico al evidenciarse un testículo aumentado de tamaño y muy doloroso.
Se puede completar la evaluación con la realización de un análisis de sangre, orina y con la ecografía testicular con evaluación del flujo sanguíneo testicular (doppler) para poder además de confirmar la presencia de una orquitis, poder descartar otras causas de dolor testicular súbito o agudo como la torsión de testículo.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico para las orquitis virales. El tratamiento de este cuadro se basa fundamentalmente en la utilización de antiinflamatorios, analgésicos, reposo, mantener los testículos elevados y aplicación de hielo a nivel del testículo afectado. El cuadro puede durar alrededor de una semana.
En un grupo de pacientes luego de un episodio de orquitis quedará como secuela, la disminución del tamaño testicular (atrofia o hipotrofia), pudiendo afectar la función futura de la glándula y generar trastornos de fertilidad, sobre todo si la afección es bilateral.
La vacunación contra las paperas puede evitar el desarrollo de estos cuadros de orquitis.
Deteccion del cancer de prostata
Tarde o temprano, cuando varios hombres mayores de 40 o 50 años se reúnen, surge el comentario sobre la necesidad de hacerse estudios para detectar a tiempo la existencia de un cáncer de próstata. Esta inquietud cobra más fuerza si alguno de los presentes tiene problemas para orinar.
El cáncer de próstata es una enfermedad muy común. Luego de muchos años de estudios y análisis de datos estadísticos se han elaborado ciertas pautas sobre el momento más adecuado para la consulta y las pruebas o estudios diagnósticos. En general, se sugiere que la consulta debe hacerse a partir de los 50 años. No obstante, si existen antecedentes en la familia es conveniente anticiparse en 5 o 10 años, es decir, comenzar a considerarlo a partir de los 40.
Por supuesto que la aparición de síntomas tales como la presencia de sangre en la orina, dificultades en la erección o dolor al orinar deben motivar la consulta con el especialista, cualquiera sea la edad de quien padezca estos problemas. No necesariamente significa que las molestias o alteraciones mencionadas correspondan a un cáncer de próstata, pero pueden estar relacionados, y en cualquier caso se trata de problemas que deben ser analizados y tratados de manera conveniente.
Los elementos centrales o básicos de las pruebas de detección de cáncer de próstata son el tacto rectal y la determinación de una sustancia en sangre, denominada antígeno prostático específico, popularmente conocido con sus siglas en inglés, PSA. Esta prueba de laboratorio no es perfecta ni siempre que arroja resultados elevados puede indicar que la persona tiene un cáncer de próstata. En efecto, existen casos de PSA elevado sin cáncer de próstata y de cáncer de próstata sin elevación del PSA. Como muchos estudios complementarios en medicina, no indican con precisión un diagnóstico, sino que hay que agregar esos resultados al resto de los estudios y exámenes.
Otra consideración importante es que el cáncer de próstata, a diferencia de otros tipos de neoplasias no siempre debe ser tratado de manera inmediata. En algunos casos, los expertos consideran que debe tomarse una actitud expectante, con controles y observaciones periódicas. Esto se relaciona con la naturaleza del crecimiento, a menudo lenta, que se considera en cierto modo habitual especialmente en hombres muy mayores. Frente a esos hechos, el especialista pone en la balanza los beneficios de iniciar cuanto antes un tratamiento o esperar y evitar alguno de los efectos adversos o secundarios del tratamiento específico, que pueden alterar notoriamente la calidad de vida de pacientes añosos.
Como puede apreciarse, frente al cáncer de próstata existe un abanico muy amplio de posibilidades, tanto respecto al momento en el cual iniciar pruebas de pesquisa, como en las opciones y las circunstancias de tratarlo. Es conveniente que Ud. conozca estos hechos para no juzgar erróneamente a profesionales que puedan haber optado por no iniciar tratamiento, con anuencia del paciente y la familia.
De todos modos, estos hechos que pueden parecer confusos no hacen sino enfatizar la importancia de considerar la consulta médica y la conducta que surja de ella como un hecho absolutamente individual. Es decir, las decisiones médicas que se tomaron con un allegado (aunque tenga la misma edad) no necesariamente deben ser semejantes a las que le sugiere su médico. Es al profesional a quien debe plantearle sus inquietudes y recibir las explicaciones y las propuestas que considere oportuno, según su caso personal.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Incontinencia urinaria, soluciones
La incontinencia urinaria es mucho más frecuente de lo que habitualmente se piensa; sólo en EE.UU. hay 25 millones de personas que tienen problemas para controlar su vejiga, y aproximadamente el 80 % de los que sufren este problema son mujeres.
Afortunadamente existe un amplio abanico de opciones de tratamiento. Se estima que en la actualidad alrededor del 80% de los casos de incontinencia urinaria pueden ser curados o mejorados notoriamente.
La incontinencia urinaria no es una enfermedad sino un síntoma (manifestación de alguna perturbación), de modo que su tratamiento o erradicación dependerá de la causa de ese síntoma. Por este motivo es importante, antes de iniciar cualquier tratamiento, que el especialista realice el diagnóstico de su problema de incontinencia.
Por ejemplo, muchas veces el simple cambio o remoción de alguna medicación que venía tomando desde hacía un tiempo (tal vez incluso sin indicación médica precisa) puede ayudarlo a superar el problema; en otros casos, ciertos cambios en la dieta o modo de alimentarse pueden mejorar la situación.
Es necesario aclarar que no siempre se trata de mejorías tan sencillas como las ya mencionadas. Puede ser necesario recurrir a diversas tácticas de tratamiento, de manera progresiva o en forma secuencial, es decir, si una no funciona, adoptar otra.
Existen, básicamente, 3 tipos de tratamientos para enfrentar el problema de la incontinencia vesical o urinaria:
Técnicas de cambios de conducta (conductistas)
Medidas farmacológicas
Intervenciones quirúrgicas
Comenzaremos a entender como es el tratamiento basado en el cambio de conductas.
Los procedimientos conductistas se refieren a técnicas de cambios de conductas relacionadas con la micción o el entrenamiento de los músculos que se utilizan en la micción.
Actividades propias para personas ancianas, que forman parte de un programa en “ancianos activos” en todas las esferas.
Esquema miccional.Se aplica particularmente para ancianos, postrados en cama o con afecciones progresivas como la enfermedad de Alzheimer. Consiste en llevar el paciente a orinar cada 2 a 4 horas, antes de que se produzca la pérdida espontánea. Al evacuar la orina a intervalos cortos se evita que la vejiga se llene.
Retención vesicalEsta técnica, si bien conserva el principio de orinar a intervalos reglados, trata de que esos intervalos sean cada vez más espaciados. De este modo, se “entrena” a la vejiga, procedimiento que resulta útil para la incontinencia de urgencia o mixta.
Rehabilitación de la musculatura pelvianaSe puede practicar de modo exclusivo o combinado con otros procedimientos como la terapia del biofeedback, el entrenamiento con peso vaginal, la estimulación del piso pelviano y la terapia magnética. Todas estas técnicas serán explicadas con detalle en otras notas.
Afortunadamente existe un amplio abanico de opciones de tratamiento. Se estima que en la actualidad alrededor del 80% de los casos de incontinencia urinaria pueden ser curados o mejorados notoriamente.
La incontinencia urinaria no es una enfermedad sino un síntoma (manifestación de alguna perturbación), de modo que su tratamiento o erradicación dependerá de la causa de ese síntoma. Por este motivo es importante, antes de iniciar cualquier tratamiento, que el especialista realice el diagnóstico de su problema de incontinencia.
Por ejemplo, muchas veces el simple cambio o remoción de alguna medicación que venía tomando desde hacía un tiempo (tal vez incluso sin indicación médica precisa) puede ayudarlo a superar el problema; en otros casos, ciertos cambios en la dieta o modo de alimentarse pueden mejorar la situación.
Es necesario aclarar que no siempre se trata de mejorías tan sencillas como las ya mencionadas. Puede ser necesario recurrir a diversas tácticas de tratamiento, de manera progresiva o en forma secuencial, es decir, si una no funciona, adoptar otra.
Existen, básicamente, 3 tipos de tratamientos para enfrentar el problema de la incontinencia vesical o urinaria:
Comenzaremos a entender como es el tratamiento basado en el cambio de conductas.
Los procedimientos conductistas se refieren a técnicas de cambios de conductas relacionadas con la micción o el entrenamiento de los músculos que se utilizan en la micción.
Actividades propias para personas ancianas, que forman parte de un programa en “ancianos activos” en todas las esferas.
Esquema miccional.Se aplica particularmente para ancianos, postrados en cama o con afecciones progresivas como la enfermedad de Alzheimer. Consiste en llevar el paciente a orinar cada 2 a 4 horas, antes de que se produzca la pérdida espontánea. Al evacuar la orina a intervalos cortos se evita que la vejiga se llene.
Retención vesicalEsta técnica, si bien conserva el principio de orinar a intervalos reglados, trata de que esos intervalos sean cada vez más espaciados. De este modo, se “entrena” a la vejiga, procedimiento que resulta útil para la incontinencia de urgencia o mixta.
Rehabilitación de la musculatura pelvianaSe puede practicar de modo exclusivo o combinado con otros procedimientos como la terapia del biofeedback, el entrenamiento con peso vaginal, la estimulación del piso pelviano y la terapia magnética. Todas estas técnicas serán explicadas con detalle en otras notas.
Prevencion en infecciones urinarias
Es necesario conocer la existencia de una serie de medidas sencillas y eficaces para prevenir infecciones urinarias, tanto en la mujer como en el varón. En términos generales, es necesario adoptar medidas como:
Beber líquidos en abundancia a lo largo del día
Muchas veces la actividad cotidiana hace que omitamos beber líquidos, incluso cuando nuestro cuerpo nos da señales de que debemos hacerlo. Las personas que tienen tendencia a experimentar infecciones urinarias no sólo no deben desoir las señales de la sed, sino que deben habituarse a ingerir líquido aun cuando no exista una sed imperiosa. Esto permite aumentar la cantidad de orina con el consiguiente “lavado” de la vía urinaria, que ayuda a eliminar las bacterias que pueden albergarse en ella.
Siempre que experimente deseos de orinar, no se contenga mucho tiempo.
La retención de orina favorece la proliferación de bacterias en las vías urinarias.
Evite o trate la constipación (estreñimiento)
Comer abundantes fibras, existentes en verduras, hortalizas, frutas y cereales integrales, contribuye a este objetivo; el beber cantidades importantes de líquido, también lo hace.
Consuma arándanos
El jugo de arándanos (o los arándanos frescos o en preparaciones) posee sustancias que impiden la fijación de bacterias a las paredes de la vejiga y las vías urinarias, por lo cual pueden colaborar en la prevención de infecciones urinarias. La disponibilidad de estos frutos ha aumentado notoriamente en los últimos tiempos y posiblemente pronto resulten accesibles a todos los presupuestos. Este consejo debe acompañarse de una advertencia especial: si usted sigue algún tipo de tratamiento para disminuir la coagulación sanguínea (como la warfarina), consulte con su médico antes de consumir estos frutos o sus derivados.
Medidas en las mujeres
Orinar inmediatamente luego de una relación sexual.
De este modo se ayuda a evitar la invasión de bacterias dentro de la uretra.
Converse con su médico y su ginecólogo respecto al uso de preservativos con cubierta espermaticida o diafragmas para el control de la natalidad.
Algunos especialistas consideran que pueden estar desaconsejados en caso de infecciones urinarias a repetición.
Si usa protectores diarios, cámbielos con frecuencia.
Evite el uso de esprays para la higiene vaginal u otros productos de higiene íntima con desodorante.
Estos productos pueden alterar las condiciones en el ambiente o flora vaginal normal y producir un desequilibrio, con el aumento del riesgo de infecciones.
En el caso de los hombres, una recomendación especial es mantener una higiene cuidadosa del extremo del pene. La higiene inadecuada o parcial favorece el desarrollo de gérmenes en los repliegues de piel, que pueden ascender por la vía urinaria y provocar infecciones.
Muchas veces la actividad cotidiana hace que omitamos beber líquidos, incluso cuando nuestro cuerpo nos da señales de que debemos hacerlo. Las personas que tienen tendencia a experimentar infecciones urinarias no sólo no deben desoir las señales de la sed, sino que deben habituarse a ingerir líquido aun cuando no exista una sed imperiosa. Esto permite aumentar la cantidad de orina con el consiguiente “lavado” de la vía urinaria, que ayuda a eliminar las bacterias que pueden albergarse en ella.
La retención de orina favorece la proliferación de bacterias en las vías urinarias.
Comer abundantes fibras, existentes en verduras, hortalizas, frutas y cereales integrales, contribuye a este objetivo; el beber cantidades importantes de líquido, también lo hace.
El jugo de arándanos (o los arándanos frescos o en preparaciones) posee sustancias que impiden la fijación de bacterias a las paredes de la vejiga y las vías urinarias, por lo cual pueden colaborar en la prevención de infecciones urinarias. La disponibilidad de estos frutos ha aumentado notoriamente en los últimos tiempos y posiblemente pronto resulten accesibles a todos los presupuestos. Este consejo debe acompañarse de una advertencia especial: si usted sigue algún tipo de tratamiento para disminuir la coagulación sanguínea (como la warfarina), consulte con su médico antes de consumir estos frutos o sus derivados.
Medidas en las mujeres
De este modo se ayuda a evitar la invasión de bacterias dentro de la uretra.
Algunos especialistas consideran que pueden estar desaconsejados en caso de infecciones urinarias a repetición.
Estos productos pueden alterar las condiciones en el ambiente o flora vaginal normal y producir un desequilibrio, con el aumento del riesgo de infecciones.
En el caso de los hombres, una recomendación especial es mantener una higiene cuidadosa del extremo del pene. La higiene inadecuada o parcial favorece el desarrollo de gérmenes en los repliegues de piel, que pueden ascender por la vía urinaria y provocar infecciones.
Tabaco y cancer de vejiga
El cáncer de vejiga es uno de los diversos tipos de neoplasias relacionados con el hábito de fumar, tal como fuera reconocido desde ya hace muchos años. Aunque parezca extraño que algo que ingresa por la vía respiratoria llegue a provocar una enfermedad en un sitio tan distante como la vejiga, debemos recordar qué sucede con las sustancias contenidas en el humo del tabaco. Las sustancias tóxicas del cigarrillo pasan a la circulación sanguínea y de allí al riñón, donde se disuelven en la orina formada, que a su vez, se acumula en la vejiga para ser eliminadas al orinar. De esta forma las sustancias peligrosas, como las contenidas en el humo de tabaco –al igual que los solventes o ciertas tinturas químicas–, toman contacto con las paredes de la vejiga y pueden inducir cambios que finalmente podrían transformarse en cáncer vesical.
Entre los años 2001 y 2004, un grupo de expertos del National Cancer Institute, en Bethesda (EE.UU.) estudiaron el riesgo de sufrir cáncer de vejiga en fumadores, a partir de los datos de un amplio estudio de población realizado en las localidades de Maine, New Hampshire y Vermont. Además, compararon los resultados obtenidos con los registrados en otros 2 estudios, practicados en New Hampshire, en 1994 y 1998.
Los resultados de estos estudios indican que desde mediados de la década de 1990 hasta el presente el nivel de riesgo de padecer cáncer vesical entre los fumadores se elevó progresivamente hasta alcanzar la situación actual, donde es 5 veces superior al de no fumadores. Otro dato interesante aportado por la investigación conjunta es que lo riesgoso es el tiempo que se mantiene el hábito de fumar, más que la cantidad de cigarrillos fumados diariamente. Esta información echa por la borda la creencia de muchos tabaquistas acerca de que en su caso no habrá riesgo de complicaciones por el cigarrillo, ya que han disminuido su consumo.
El cambio observado en el grado de asociación entre riesgo de cáncer de vejiga y consumo de cigarrillos a lo largo del tiempo merece un análisis particular. A juicio de los autores de la investigación, publicada muy recientemente en el Journal of the National Cancer Institute, la explicación podría hallarse en la concentración de carcinógenos (sustancias potencialmente productoras de cáncer) en el humo de cigarrillo, así como en el aumento del consumo de cigarrillos de los denominados bajos en nicotina o “low tar”. Quienes cambian los cigarrillos comunes por estos últimos incrementan la profundidad y la frecuencia de inhalación del humo para satisfacer su necesidad de nicotina.
http://www.youtube.com/watch?v=RT5fvE8O6AA
Entre los años 2001 y 2004, un grupo de expertos del National Cancer Institute, en Bethesda (EE.UU.) estudiaron el riesgo de sufrir cáncer de vejiga en fumadores, a partir de los datos de un amplio estudio de población realizado en las localidades de Maine, New Hampshire y Vermont. Además, compararon los resultados obtenidos con los registrados en otros 2 estudios, practicados en New Hampshire, en 1994 y 1998.
Los resultados de estos estudios indican que desde mediados de la década de 1990 hasta el presente el nivel de riesgo de padecer cáncer vesical entre los fumadores se elevó progresivamente hasta alcanzar la situación actual, donde es 5 veces superior al de no fumadores. Otro dato interesante aportado por la investigación conjunta es que lo riesgoso es el tiempo que se mantiene el hábito de fumar, más que la cantidad de cigarrillos fumados diariamente. Esta información echa por la borda la creencia de muchos tabaquistas acerca de que en su caso no habrá riesgo de complicaciones por el cigarrillo, ya que han disminuido su consumo.
El cambio observado en el grado de asociación entre riesgo de cáncer de vejiga y consumo de cigarrillos a lo largo del tiempo merece un análisis particular. A juicio de los autores de la investigación, publicada muy recientemente en el Journal of the National Cancer Institute, la explicación podría hallarse en la concentración de carcinógenos (sustancias potencialmente productoras de cáncer) en el humo de cigarrillo, así como en el aumento del consumo de cigarrillos de los denominados bajos en nicotina o “low tar”. Quienes cambian los cigarrillos comunes por estos últimos incrementan la profundidad y la frecuencia de inhalación del humo para satisfacer su necesidad de nicotina.
http://www.youtube.com/watch?v=RT5fvE8O6AA
jueves, 9 de diciembre de 2010
Nueva Direccion en San Lorenzo
Los dias miercoles en el horario de 14 a 17 hs. se atenderá en la ciudad de San Lorenzo, en el consultorio Lopez-Ghio, dentro de un ambiente calido y agradable justo como el que usted se merece. La dirección de los consultorios es Gral. Lopez 1190, San Lorenzo, teléfono 03476-432823, secretaria Gisela.
Lo esperamos; El Equipo de Urologia San Lorenzo.
Lo esperamos; El Equipo de Urologia San Lorenzo.
Cancer de prostata y obesidad
El cáncer de próstata ocupa los primeros lugares en la lista de
afecciones neoplásicas en el mundo entero. Afortunadamente, tanto por
sus características como por las diversas opciones de tratamiento, se
trata también de un padecimiento que puede ser resuelto de manera
eficaz. De todos modos, quienes han padecido un tumor de próstata deben
ser controlados por su médico a intervalos periódicos, realizando
diversos estudios diagnósticos de modo de evaluar si en algún momento
se produce algún tipo de recaída, para actuar en forma temprana.
En este contexto, resulta útil reflexionar sobre las condiciones que
pueden reducir el riesgo de recaídas. Por este motivo resultan
interesantes los resultados de una investigación llevada a cabo por un
grupo de expertos de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health,
de Baltimore (EE.UU.), quienes llegaron a la conclusión de que el
aumento de peso y la obesidad constituyen factores de riesgo de
recurrencia luego de una prostatectomía (extirpación de próstata) por
cáncer del órgano. La experiencia, presentada en la reunión anual 2010
de la American Association of Cancer Research, se llevó a
cabo mediante el seguimiento de 1.337 sujetos sometidos a
prostatectomía radical por cáncer de próstata localizado. A lo largo de
un seguimiento durante más de 7 años, un porcentaje de los
participantes presentaron recaídas de su enfermedad. Los investigadores
estadounidenses precisaron que en los pacientes que eran obesos antes
de la intervención no existía relación con la recaída pero no ocurría
lo mismo con aquellos que se tornaron obesos 1 año después de la
intervención quirúrgica. Comparados con quienes mantuvieron estable su
peso corporal, aquéllos que habían aumentado por lo menos 2,5 kg luego
del período mencionado tuvieron el doble de riesgo de presentar
recaídas de su enfermedad. Por lo contrario, quienes se mantuvieron
físicamente activos (actividad física = 5 horas o más) presentaron
menor riesgo de recurrencia incluso entre quienes eran obesos, no así
con los que habían aumentado de más de 2,5 kg de peso. Los
participantes que aumentaron de peso luego de la cirugía lo hicieron en
un promedio de 5 kg de peso luego del año.
El sobrepeso y la obesidad constituyen un factor de riesgo para el
desarrollo de los tipos de cánceres más comunes, como el de colon, de
mama y de próstata. En esta ocasión, los investigadores añaden otro
dato que confirma la importancia de no bajar la guardia en la lucha por
evitar ganar peso. Se trata de lo que se denomina prevención secundaria
del cáncer, es decir, evitar la reaparición de una neoplasia una vez
que ésta ha sido adecuadamente tratada y erradicada. Por este motivo,
no deberá sorprenderlo que su médico personal y los especialistas que
lo asistan le recomienden tan enfáticamente adoptar un plan de
alimentación saludable, con calorías controladas, asociado a un régimen
de actividad física regular. Tenga en cuenta que no se trata de dietas
muy estrictas de difícil seguimiento ni de convertirse en un atleta
(basta con 5 horas durante la semana para evitar el sedentarismo).
Considere además, que si usted ha sido sometido a una cirugía como la
mencionada, es posible que padezca o tenga un riesgo aumentado por la
edad de padecer hipertensión arterial, diabetes o problemas
cardiovasculares vinculados con el colesterol elevado. Las
intervenciones propuestas para prevenir recaídas del cáncer de próstata
constituyen, además, una excelente forma de controlar dichos trastornos
o de contribuir a prevenirlos.
afecciones neoplásicas en el mundo entero. Afortunadamente, tanto por
sus características como por las diversas opciones de tratamiento, se
trata también de un padecimiento que puede ser resuelto de manera
eficaz. De todos modos, quienes han padecido un tumor de próstata deben
ser controlados por su médico a intervalos periódicos, realizando
diversos estudios diagnósticos de modo de evaluar si en algún momento
se produce algún tipo de recaída, para actuar en forma temprana.
En este contexto, resulta útil reflexionar sobre las condiciones que
pueden reducir el riesgo de recaídas. Por este motivo resultan
interesantes los resultados de una investigación llevada a cabo por un
grupo de expertos de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health,
de Baltimore (EE.UU.), quienes llegaron a la conclusión de que el
aumento de peso y la obesidad constituyen factores de riesgo de
recurrencia luego de una prostatectomía (extirpación de próstata) por
cáncer del órgano. La experiencia, presentada en la reunión anual 2010
de la American Association of Cancer Research, se llevó a
cabo mediante el seguimiento de 1.337 sujetos sometidos a
prostatectomía radical por cáncer de próstata localizado. A lo largo de
un seguimiento durante más de 7 años, un porcentaje de los
participantes presentaron recaídas de su enfermedad. Los investigadores
estadounidenses precisaron que en los pacientes que eran obesos antes
de la intervención no existía relación con la recaída pero no ocurría
lo mismo con aquellos que se tornaron obesos 1 año después de la
intervención quirúrgica. Comparados con quienes mantuvieron estable su
peso corporal, aquéllos que habían aumentado por lo menos 2,5 kg luego
del período mencionado tuvieron el doble de riesgo de presentar
recaídas de su enfermedad. Por lo contrario, quienes se mantuvieron
físicamente activos (actividad física = 5 horas o más) presentaron
menor riesgo de recurrencia incluso entre quienes eran obesos, no así
con los que habían aumentado de más de 2,5 kg de peso. Los
participantes que aumentaron de peso luego de la cirugía lo hicieron en
un promedio de 5 kg de peso luego del año.
El sobrepeso y la obesidad constituyen un factor de riesgo para el
desarrollo de los tipos de cánceres más comunes, como el de colon, de
mama y de próstata. En esta ocasión, los investigadores añaden otro
dato que confirma la importancia de no bajar la guardia en la lucha por
evitar ganar peso. Se trata de lo que se denomina prevención secundaria
del cáncer, es decir, evitar la reaparición de una neoplasia una vez
que ésta ha sido adecuadamente tratada y erradicada. Por este motivo,
no deberá sorprenderlo que su médico personal y los especialistas que
lo asistan le recomienden tan enfáticamente adoptar un plan de
alimentación saludable, con calorías controladas, asociado a un régimen
de actividad física regular. Tenga en cuenta que no se trata de dietas
muy estrictas de difícil seguimiento ni de convertirse en un atleta
(basta con 5 horas durante la semana para evitar el sedentarismo).
Considere además, que si usted ha sido sometido a una cirugía como la
mencionada, es posible que padezca o tenga un riesgo aumentado por la
edad de padecer hipertensión arterial, diabetes o problemas
cardiovasculares vinculados con el colesterol elevado. Las
intervenciones propuestas para prevenir recaídas del cáncer de próstata
constituyen, además, una excelente forma de controlar dichos trastornos
o de contribuir a prevenirlos.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Prostata. Sintomas y Cuidados.
La próstata es una glándula que forma parte del aparato reproductor masculino, de tamaño tan pequeño como el de una nuez, pero que se ubica rodeando la uretra que es el tubo de salida de la orina y el semen al exterior. La función es segregar fluidos destinados a las secreciones seminales y facilitar el movimiento y la actividad de los espermatozoides.
Contra la creencia popular que los problemas de próstata sólo surgen luego de los 50 años, no existe edad para padecer trastornos. Lo que ocurre es que antes de esa edad los problemas más frecuentes suelen ser las inflamaciones del órgano (conocidas como prostatitis). A partir de los 50, la problemática más frecuente es el agrandamiento o hiperplasia prostática benigna. En algunos casos pueden producirse tumores benignos y malignos que deben ser detectados a tiempo ya que tienen muchas chances de ser tratados exitosamente.
La prostatitis se presenta con dolor, sensación de ardor o aumento de frecuencia al orinar. Las causas más frecuentes son las infecciones por bacterias o la presencia de cálculos urinarios. En todos los casos, la solución se inicia con la consulta al especialista, que le solicitará los estudios necesarios para aclarar la naturaleza del cuadro. El tratamiento dependerá de los hallazgos de las pruebas y estudios solicitados por el urólogo.
Como se mencionó, la hipertrofia (agrandamiento) de la próstata es la situación más frecuente en los varones que atravesaron la barrera de los 50. Como la próstata rodea la uretra, en su crecimiento se convierte en un obstáculo para la salida de orina; esto hace que la orina se acumule en la vejiga, que no se vacía totalmente con cada micción. La mayoría de los síntomas del agrandamiento de la próstata pueden explicarse como consecuencia de este mecanismo:
Como puede verse, la próstata no es un “problema de los viejos”, aunque sin duda con la edad avanzada se incrementa la posibilidad de problemas con ese órgano. Los varones jóvenes también deben concurrir a la consulta ante síntomas no habituales relacionados con su forma de orinar.
Contra la creencia popular que los problemas de próstata sólo surgen luego de los 50 años, no existe edad para padecer trastornos. Lo que ocurre es que antes de esa edad los problemas más frecuentes suelen ser las inflamaciones del órgano (conocidas como prostatitis). A partir de los 50, la problemática más frecuente es el agrandamiento o hiperplasia prostática benigna. En algunos casos pueden producirse tumores benignos y malignos que deben ser detectados a tiempo ya que tienen muchas chances de ser tratados exitosamente.
La prostatitis se presenta con dolor, sensación de ardor o aumento de frecuencia al orinar. Las causas más frecuentes son las infecciones por bacterias o la presencia de cálculos urinarios. En todos los casos, la solución se inicia con la consulta al especialista, que le solicitará los estudios necesarios para aclarar la naturaleza del cuadro. El tratamiento dependerá de los hallazgos de las pruebas y estudios solicitados por el urólogo.
Como se mencionó, la hipertrofia (agrandamiento) de la próstata es la situación más frecuente en los varones que atravesaron la barrera de los 50. Como la próstata rodea la uretra, en su crecimiento se convierte en un obstáculo para la salida de orina; esto hace que la orina se acumule en la vejiga, que no se vacía totalmente con cada micción. La mayoría de los síntomas del agrandamiento de la próstata pueden explicarse como consecuencia de este mecanismo:
- Necesidad de orinar en forma frecuente (esto incluye la necesidad de levantarse de noche para orinar), pero con la característica de que se orina poca cantidad cada vez
- Dificultades o debilidad del chorro de orina (es decir, el paciente puede llegar a “mojarse los zapatos”)
- Sensación de vejiga ocupada a pesar de haber orinado
- Eventuales pequeñas pérdidas de sangre por la orina
Como puede verse, la próstata no es un “problema de los viejos”, aunque sin duda con la edad avanzada se incrementa la posibilidad de problemas con ese órgano. Los varones jóvenes también deben concurrir a la consulta ante síntomas no habituales relacionados con su forma de orinar.
viernes, 3 de diciembre de 2010
Fimosis y parafimosis
La fimosis y la parafimosis son trastornos anatómicos relacionados con la adaptación y deslizamiento del prepucio sobre el glande. Algunos de estos problemas se pueden presentar en forma aguda, y si no se demora la consulta suelen ser situaciones de sencilla resolución.La fimosis y la parafimosis
Aunque de algún modo relacionadas, la fimosis y la parafimosis son situaciones algo diferentes. En el caso de la fimosis, la piel que recubre por encima al pene (conocida como prepucio) presenta obstrucción o cerramiento de su orificio, de modo que no le permite retraerse por encima de la punta o cabeza del pene (que anatómicamente recibe el nombre de glande). Normalmente, en el recién nacido existe este impedimento, pero con el desarrollo se modifica y al llegar a los 17 años prácticamente todos los varones están en condiciones de retraer completamente el prepucio.
La higiene y los cuidados de los niños pequeños (indicados por el pediatra o los asistentes en Puericultura) ayudan a que las madres higienicen a sus pequeños con cuidado, de modo que no se presenten problemas, pero en algún caso estos cuidados pueden ser exagerados. En efecto, algunas madres o personas a cargo de los cuidados de los bebés, temerosos de que se produzcan problemas o infecciones, suelen producir la retracción del prepucio con energía o bien antes de tiempo, lo cual puede dar lugar a cicatrices de tipo fibroso que terminan ocasionando aquello que quiso prevenirse. En diabéticos ancianos, se ha observado fimosis como resultado de infecciones regionales crónicas (balanopostitis crónica). En efecto, aquellos cuadros de infecciones en la zona del glande o el prepucio, favorecidas por higiene inadecuada, son factores predisponentes a la fimosis
La parafimosis es una situación en la cual el prepucio, traccionado hacia atrás, queda “atrapado” detrás del glande y no puede volver a descender a su lugar habitual. En ese caso, se produce una compresión del pene, que impide el drenaje sanguíneo normal. Esto produce una coloración azulada (como la que observó Pablo) y dolor.
En el caso de Pablo, es probable que el auxiliar que intervino en la colocación de la sonda haya traccionado hacia atrás el prepucio con tanta energía que provocara este cuadro Por eso, para prevenir la parafimosis, es conveniente asegurarse que el prepucio ha descendido, luego de la higiene, de tener relaciones sexuales o de maniobras como la colocación de una sonda o un procedimiento diagnóstico.
El tratamiento de la fimosis y parafimosis
Lo primero que el médico procura es tratar la inflamación. Una vez que ésta haya cedido es posible retornar el prepucio a su ubicación habitual. Para aliviar la inflamación puede recurrirse a la aplicación de hielo, esponjas o paños húmedos especiales o maniobras manuales, que el especialista indica.
En términos generales, la parafimosis no es más que un susto con pronto retorno a la normalidad. Pero en otros casos, pueden ser necesarios otros tipos de intervenciones, con ayuda de anestesia local o incluso general.
A diferencia de la parafimosis, si la fimosis no puede superarse con métodos incruentos se plantea la circuncisión.
Dos aspectos son importantes a rescatar sobre el tema. El primero de ellos se refiere a la higiene cuidadosa de la zona, que se debe iniciar desde el nacimiento, continuar cuando el niño se higieniza por sí mismo y mantenerse durante toda la vida adulta. El otro aspecto es no demorar la consulta al médico por temor o vergüenza. Como se explicó, se trata de cuadros de aparición aguda, que asustan mucho pero que se resuelven con el tratamiento adecuado e indicado por el especialista.
Aunque de algún modo relacionadas, la fimosis y la parafimosis son situaciones algo diferentes. En el caso de la fimosis, la piel que recubre por encima al pene (conocida como prepucio) presenta obstrucción o cerramiento de su orificio, de modo que no le permite retraerse por encima de la punta o cabeza del pene (que anatómicamente recibe el nombre de glande). Normalmente, en el recién nacido existe este impedimento, pero con el desarrollo se modifica y al llegar a los 17 años prácticamente todos los varones están en condiciones de retraer completamente el prepucio.
La higiene y los cuidados de los niños pequeños (indicados por el pediatra o los asistentes en Puericultura) ayudan a que las madres higienicen a sus pequeños con cuidado, de modo que no se presenten problemas, pero en algún caso estos cuidados pueden ser exagerados. En efecto, algunas madres o personas a cargo de los cuidados de los bebés, temerosos de que se produzcan problemas o infecciones, suelen producir la retracción del prepucio con energía o bien antes de tiempo, lo cual puede dar lugar a cicatrices de tipo fibroso que terminan ocasionando aquello que quiso prevenirse. En diabéticos ancianos, se ha observado fimosis como resultado de infecciones regionales crónicas (balanopostitis crónica). En efecto, aquellos cuadros de infecciones en la zona del glande o el prepucio, favorecidas por higiene inadecuada, son factores predisponentes a la fimosis
La parafimosis es una situación en la cual el prepucio, traccionado hacia atrás, queda “atrapado” detrás del glande y no puede volver a descender a su lugar habitual. En ese caso, se produce una compresión del pene, que impide el drenaje sanguíneo normal. Esto produce una coloración azulada (como la que observó Pablo) y dolor.
En el caso de Pablo, es probable que el auxiliar que intervino en la colocación de la sonda haya traccionado hacia atrás el prepucio con tanta energía que provocara este cuadro Por eso, para prevenir la parafimosis, es conveniente asegurarse que el prepucio ha descendido, luego de la higiene, de tener relaciones sexuales o de maniobras como la colocación de una sonda o un procedimiento diagnóstico.
El tratamiento de la fimosis y parafimosis
Lo primero que el médico procura es tratar la inflamación. Una vez que ésta haya cedido es posible retornar el prepucio a su ubicación habitual. Para aliviar la inflamación puede recurrirse a la aplicación de hielo, esponjas o paños húmedos especiales o maniobras manuales, que el especialista indica.
En términos generales, la parafimosis no es más que un susto con pronto retorno a la normalidad. Pero en otros casos, pueden ser necesarios otros tipos de intervenciones, con ayuda de anestesia local o incluso general.
A diferencia de la parafimosis, si la fimosis no puede superarse con métodos incruentos se plantea la circuncisión.
Dos aspectos son importantes a rescatar sobre el tema. El primero de ellos se refiere a la higiene cuidadosa de la zona, que se debe iniciar desde el nacimiento, continuar cuando el niño se higieniza por sí mismo y mantenerse durante toda la vida adulta. El otro aspecto es no demorar la consulta al médico por temor o vergüenza. Como se explicó, se trata de cuadros de aparición aguda, que asustan mucho pero que se resuelven con el tratamiento adecuado e indicado por el especialista.
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