Los tumores de riñón pueden tener dos orígenes. Un grupo de tumores se origina en la porción del riñón que se encarga de de formar la orina y se denomina parénquima. El otro grupo de tumores se origina en lo que se denomina sistema excretor, que es la parte del riñón que tiene la función de conducir la orina desde el riñón hacia el uréter y a través de este a la vejiga. (ver: Tumores de la vía urinaria)
Los tumores que se generan en el parénquima renal, representan el 3% de todos los tumores malignos del organismo y dentro del aparato genitourinario, el tercer lugar, detrás de los cánceres de próstata y vejiga. A pesar de esto su frecuencia está en aumento en base a dos factores; por un lado el uso tan difundido de estudios por imágenes como la ecografía y la tomografía computada que permite el hallazgo de tumores en forma incidental o casual, es decir aquellos que no presentan manifestación clínica. El otro factor que incrementa la frecuencia de esta enfermedad es el aumento de la expectativa de vida de la población.
El tumor renal se presenta con mayor frecuencia a una edad entre 55 y 65 años, sin embargo cada vez es más notoria la aparición de casos en pacientes menores de 40 años. Es mas frecuente en hombres que en mujeres.
Los tumores renales pueden ser benignos o malignos, se diagnostican más tumores malignos que benignos. (80% vs. 20%).
El tumor maligno clásico y más frecuente es el carcinoma a células claras con diversos grados de malignidad.
Los tumores benignos mas frecuentes son los adenomas, los oncocitomas y los angiomiolipomas. Los adenomas excepcionalmente dan síntomas y no alcanzan suficiente tamaño como para ser detectados por los estudios y suelen pasar sin ser tratados. Cuando se tiene certeza, con los estudios previos, que se trata de tumores benignos los mismos pueden ser controlados sin necesidad de tratamiento, solamente el angiomiolipoma debe ser tratado cuando pasa un determinado tamaño debido a que tiene posibilidad de una ruptura de sus vasos y provocar una severa hemorragia, de manera que el motivo de operarlos no es por un potencial maligno sino por el riesgo de hemorragia aguda.
Forma de presentación
La forma de presentación de estos tumores puede ser muy variada ya que puede ser por síntomas locales, generales o por compromiso de otros órganos, dependiendo del momento en el que se diagnostica.
Uno de los síntomas más frecuentes con los que puede presentarse el tumor de riñón es la hematuria (sangre en la orina), ya sea como única manifestación clínica o asociada a otro síntoma. Otra manifestación clínica local es el dolor, que puede ser a nivel lumbar o en el abdomen, el dolor se caracteriza por ser una sensación de pesadez o de opresión sobre la zona afectada de intensidad variable. Puede presentarse un dolor tipo cólico renal que se caracteriza por ser de comienzo brusco y muy intenso, suele necesitarse tratamiento con analgésicos aunque es menos frecuente.
Finalmente la palpación de una masa en el abdomen puede ser otro signo local del tumor. Este signo es inconstante ya que depende mucho de la contextura física del paciente y de la ubicación del tumor para que sea posible su palpación. Solo un pequeño porcentaje de pacientes se presenta con estos tres síntomas hematuria, dolor y masa palpable.
Este tumor también se puede manifestar clínicamente por síntomas generales como anemia (disminución de los glóbulos rojos en la sangre), pérdida de peso y decaimiento. Si bien estos síntomas pueden inducir a pensar en un tumor renal, también lo pueden presentar otras patologías. En tumores mas avanzados los síntomas pueden ser mucho más variados dependiendo del grado de compromiso que este genere.
Como se comentara anteriormente gracias al aporte de la ecografía se ha incrementado el diagnostico de tumores de riñón sin que existan síntomas, a estos tumores se los denomina tumores incidentales. La característica de estos tumores es que generalmente son pequeños, de bajo grado de malignidad y de buen pronostico.
Tratamiento de los tumores del riñón
El tratamiento de los tumores malignos del de riñón se asienta fundamentalmente en la cirugía.
Las posibilidades son la extracción total, del riñón, nefrectomía radical o la resección de una parte del riñón (afectada por el tumor), nefrectomía parcial o cirugía conservadora.
El tipo de cirugía a realizar depende de varios factores como ser: el estado general del paciente, donde influye la edad del mismo, otras patologías asociadas y determinar que nivel de riesgo tienen para la cirugía. Antes de la cirugía se debe saber si el paciente tiene los dos riñones o hay uno solo, ya sea porque el otro se ha extirpado o bien el otro riñón existe pero tiene afectada su función. Cuando hay un solo riñón, paciente monorreno, se deben extremar las posibilidades para poder realizar una cirugía conservadora y evitar la dependencia de la diálisis. También puede realizarse una nefrectomía parcial o cirugía conservadora en pacientes que no son monorrenos y se presentan con un tumor pequeño en uno de los riñones.
La nefrectomía radical, que consiste en extraer todo el riñón conjuntamente con la grasa que lo rodea, es el tratamiento para la gran mayoría de los tumores de riñón y junto con la nefrectomía parcial son los tratamientos que ofrecen posibilidad de curación para esta patología. La nefrectomía radical se puede realizar de manera convencional a cielo abierto o por vía laparoscópica.
En el caso que haya metástasis al momento del diagnóstico habrá que determinar que posibilidades quirúrgicas tiene el paciente y que beneficios podría aportar la cirugía en cada caso particular.
Luego de la cirugía la eficacia de los tratamientos complementarios o agregados como la quimioterapìa o la radioterapia son limitadas y casi no se aplican. Los mejores resultados se han obtenido con fármacos que modifican la respuesta inmunológica, Interleukina 2 e Interferón, ambos ofrecen solo respuesta favorable en algunos casos.
Pronóstico de los tumores del riñón
El pronóstico de esta enfermedad depende fundamentalmente del tamaño del tumor al momento en el que se realiza el diagnóstico y de la agresividad intrínseca de estas lesiones. Para tumores pequeños y de hallazgo incidental las tasas de curación pueden ser cercanas al 100%.
En resumen podríamos decir que son tumores que se presentan habitualmente entre los 55 y 65 años, predominan en el sexo masculino, con variada forma de presentación y con alto índice de casos sin síntomas. No suelen presentarse con metástasis múltiples. La ecografía y la tomografía computada presentan alto índice de sensibilidad para el diagnóstico. El carcinoma renal de células claras es la variedad más frecuente. La cirugía representa el único tratamiento con posibilidad de ofrecer curación. En tumores pequeños y asintomáticos puede realizarse una cirugía conservadora del riñón. El pronóstico depende de la extensión y el grado de malignidad del tumor.
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